Toda persona tiene un impulso central a lo largo de la existencia. Este empuje, este impulso a través de la existencia, es supervivencia. Es el esfuerzo de sobrevivir del organismo.
Al impulso por la supervivencia lo llamamos dinámica.
A medida que este impulso se hace turbulento (se pone en un estado de agitación o trastorno) o a medida que es influenciado por fuerzas externas, se ve suprimido o diluido con los propósitos de otras personas. Es decir, otras personas imponen sus propósitos sobre los del individuo. En cualquiera de los dos casos, en un grado leve, se introduce turbulencia en la dinámica misma.
A medida que la dinámica de supervivencia se recorta o cuando se introducen o actúan sobre ella otras influencias (otras personas y los supresores habituales de la vida, como la ausencia de comida, vestimenta y alojamiento), esta dinámica se puede hacer más y más turbulenta, hasta el punto de dirigirse hacia la muerte o a sucumbir, exactamente en la dirección opuesta. La dinámica se dirige hacia sucumbir en la misma proporción en que se le haya introducido turbulencia. Se dirige hacia la supervivencia en la misma proporción en que esté limpia y diáfana.
Esto es considerándola como una sola dinámica. Si echamos un vistazo a esta dinámica con una lupa, encontramos que en este impulso hay de hecho ocho impulsos, u ocho dinámicas.
La primera dinámica es el impulso hacia la existencia como uno mismo. Es el esfuerzo de sobrevivir como individuo, ser un individuo, lograr el nivel mayor de supervivencia para sí mismo durante el mayor tiempo posible. Aquí tenemos a la individualidad expresada plenamente.
La segunda dinámica es el impulso hacia la existencia en cuanto a una generación futura. Tiene dos divisiones: sexo, y la unidad familiar, incluyendo la crianza de los niños.
La tercera dinámica es el impulso hacia la supervivencia como parte de un grupo, donde el individuo mismo es el que provee esta motivación. Cualquier grupo, temporal o permanente, político o social, es parte de la tercera dinámica y cada uno de ellos es una tercera dinámica.
La cuarta dinámica es supervivencia a través del hombre como especie. Mientras que se podría considerar a la raza blanca una tercera dinámica, todas las razas humanas juntas se considerarían una cuarta dinámica. La quinta dinámica es el impulso a sobrevivir para todos y cada uno de los seres vivos. Lo que incluiría todas las cosas vivientes, ya sean animales o vegetales; cualquier cosa directa e íntimamente motivada por la vida. Es el esfuerzo del individuo por sobrevivir para hacer que la vida sobreviva.
La sexta dinámica es el impulso hacia la existencia como universo físico. Es el empuje del individuo para mejorar la supervivencia de toda materia, energía, espacio y tiempo; que son las partes componentes del universo físico que llamamos MEST (de las palabras inglesas ‘matter’, ‘energy’, ‘space’ y ‘time’). El individuo tiene de hecho un impulso por la supervivencia del universo material.
La séptima dinámica es el impulso hacia la existencia como espíritu o de los espíritus. Cualquier cosa espiritual, con o sin identidad, caería bajo el encabezado de la séptima dinámica. Está separada del universo físico y es la fuente de la vida misma. Hay, por lo tanto, un esfuerzo por la supervivencia de la fuente de la vida.
La octava dinámica es el impulso hacia la existencia como infinito. Se le identifica también como Ser Supremo. Se le puede denominar dinámica del infinito o dinámica de Dios.
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